
Es casi incómoda, mi conciencia de él. De cada pausa, cada movimiento cuando coloca una pieza en el tablero negro y gris. Quiero cogerle la mano y ponérsela justo encima de mi corazón, justo donde más me duele. No sé si hacerlo me curaría o me lo haría pedazos, pero, en ambos casos, esta espera ávida y constante cesaría.

No hay comentarios:
Publicar un comentario