Voy un poco retrasada, porque los primeros fragmentos salieron hace un mes o más pero aquí dejo los que han salido hasta ahora. Actualizaré la entrada cada vez que salga uno nuevo.
Fragmentos sueltos
Jem: “Pero tú eres mucho más guapo/a.”
Will: “Tess,” dijo, y ella pensó, una vez más, en cómo nadie más que él le llamaba de esa manera. “Eso es todo lo que pienso al respecto.”
Tessa: “¡Jem!” gritó ella de nuevo, y cuando él no alzó la mirada, atravesó la habitación a grandes zancadas y le arrancó el arco de las manos. “¡Para, Jem!”“Moriría por ti, lo sabes.”
Fragmento nº1
Finalmente descendieron hasta el flanco sureste de la iglesia. A través del rosetón que había en lo alto se filtraba la pálida luz del día.–Sé que tenemos prisa por llegar a la reunión del Consejo –dijo Jem–. Pero quería que vieras esto. –Hizo un gesto a su alrededor–. El Rincón del Poeta. Desde luego, Tessa había leído acerca de aquel lugar, donde se enterraban a los grandes poetas y escritores de Inglaterra. Estaba la sepultura de piedra gris de Chaucer, con su baldaquino, y otros nombres conocidos: Edmund Spenser, que escribió “La Reina de las Hadas”.
–¡Ah y Milton! –exclamó ella–. Y Coleridge, y Robert Burns, y Shakespeare…
–En realidad a él no lo enterraron aquí –aclaró Jem rápidamente–. Es sólo un monumento.
–Oh, lo sé, pero… –Ella lo miró y sintió que se ruborizaba–. No puedo explicarlo. Es como estar entre amigos, el estar entre estos nombres. Es tonto, lo sé…
–No es tonto en absoluto.
Ella le sonrió.
–¿Cómo has sabido que quería verlo?
–¿Cómo si no? –dijo él–. Cuando pienso en ti y no estás allí, en mi imaginación siempre te veo con un libro en las manos.
Apartó la mirada cuando lo dijo, pero no antes de que ella pudiera ver el ligero rubor de sus mejillas. Él era tan pálido que nunca podría ocultar el más mínimo sonrojo…, pensó ella, y le sorprendió lo cariñoso que era dicho pensamiento.
Le había tomado mucho cariño a Jem en las últimas dos semanas; Will se había cuidado muy bien de evitarla, Charlotte y Henry estaban poniéndose al día con asuntos de la Clave y el Consejo, y con la marcha del Instituto. Hasta Jessamine parecía estar muy ocupada. Pero Jem siempre estaba allí. Al parecer se había tomado su papel de guía por Londres muy en serio: habían estado en el Hyde Park y en el Jardín Botánico de Kew, en la National Gallery y el Museo Británico, en la Torre de Londres y en la Traitor´s Gate. Habían ido a ver ordeñar las vacas en St. James Park, a los vendedores de fruta y verdura en Covent Garden, habían contemplado las barcas navegar por el centelleante Támesis desde el Embankment. Y a medida que transcurrían los días, Tessa sentía cómo se desprendía lentamente de su silencio, del ensimismamiento en su infelicidad por Nate y Will y por la pérdida de su antigua vida, como una flor desperezándose fuera del suelo helado. Hasta se había sorprendido riendo. Y tenía que darle las gracias a Jem por ello.
–Eres un buen amigo –manifestó ella, y cuando, para su sorpresa, él no contestó nada a eso, añadió–: Por lo menos espero que seamos buenos amigos. Tú también piensas así, ¿no, Jem?
Él se volvió para mirarla.
Fragmento nº2
–¡No son horrendos! –contestó Tessa.
–¿Qué? –dijo Will, parpadeando confundido.
–Gideon y Gabriel –aclaró Tessa–. De hecho, son bastante bien parecidos, no son horrendos en absoluto.
–Hablo –sentenció Will en tono sepulcral– de la negrura en las profundidades de sus almas.
Tessa resopló sonoramente.
–¿Y de qué color supones que son las profundidades de tu alma, Will Herondale?"
–Malva –resondió Will.
Fragmento nº3
–Di algo en mandarín –pidió Tessa con una sonrisa.
Jem dijo algo que sonaba como un montón de vaspiradasocales y consonantes apretujadas, con su voz elevándose y descendiendo melódicamente:
–Ni hen piao liang.
–¿Qué has dicho? –Tessa tenía curiosidad.
–He dicho que se te está soltando el pelo... aquí –indicó él y alargó la mano para colocarle un tirabuzón suelto tras su oreja.
Tessa sintió cómo la cálida sangre se extendía por el rostro, y se alegró por la penumbra del carruaje.
"Tienes que ser cuidadosa con eso," dijo el, tomando su mano hacia atrás, lentamente, sus dedos persistiendo contra su mejilla.
Fuente: Más que vampiros
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