Fragmento de Dreamless (Trilogía el Despertar #2)

Curioseando por Twitter (en serio, en twitter se encuentra de TODO, sobre todo si sigues a la mayoría de los escritores famosos) me he topado con algo de lo más interesante y que me hace volver a pensar (algo que pienso habitualmente, casi todos los días) en cuanto me encantaría vivir al otro lado del charco en la grande y aparentemente fantástica América del Norte o, como es comúnmente conocida, Estados Unidos.

El caso es que hay un montón de blogs de habla inglesa que se han unido para hacer de este verano, un tiempo de provecho y lectura y con ayuda de muchos autores (Sophie Jordan, Josephine Angelini, Rachel Hawkins, etc.) han montado un SUPER-MEGA-ULTRA concurso en el que se pueden ganar fabulosos regalos (que sólo se pueden conseguir si vives allí o tienes a alguien que pueda enviártelos). No voy a hablar del concurso pero si de que cada blog, ofrece ciertos regalos y además, adelantos exclusivos de próximas publicaciones, como son las continuaciones de muchos libros.

En este caso, y en vista de que no tenía nada mejor que hacer, he decidido hacer una entrada para poner el fragmento que Josephine Angelini ha mostrado sobre Dreamless, segunda parte de la trilogía el Despertar. En España, su primera parte se conoce como Predestinados.

Dejo el fragmento traducido al español (como se ha podido, que mi inglés no es precisamente perfecto). Al parecer, el fragmento corresponde al momento en que Helena conoce a Orion.

Dreamless saldrá a la venta en EE.UU en primavera de 2012.

Helena tomó pequeñas bocanadas de aire, jadeando. Esta fue la quinta noche en una fila que había descendido a este mismo lugar en el mundo terrenal y sabía que a lo poco que se moviera más lentamente se hundía en las arenas movedizas. Incluso respirar profundamente la arrastraba al borde en el pozo. Ella estaba prolongando la tortura, pero no podía soportar la idea de ahogarse en la inmundicia de nuevo. Las arenas movedizas no están limpias. Son de peluche con los cadáveres en descomposición y de todas sus antiguas víctimas. Helena podía sentir los cadáveres pudriéndose de todo tipo de criaturas que se topaban con ella cuando fue arrastrada más y más hacia abajo. Ayer por la noche su mano había palidecido a través de una cara - un rostro humano - en algún lugar debajo de la arena contaminada. Una acumulación de gas burbujeaba hasta la superficie, levantando una nube de mal olor. Helena vomitaba, incapaz de controlarse a sí misma. Cuando finalmente se ahogó, la tierra putrefacta se precipitaba hacia la nariz, los ojos y llenaba su boca. A pesar de que Helena estaba hundida sólo hasta la cintura, ella sabía que estaba llegando. Comenzó a llorar. No podía soportarlo más.

"¿Qué otra cosa puedo hacer?", gritó ella, y se hundió más.

Sabía que la paliza no funcionaba, pero quizás esta vez podría a llegar a las cañas secas en el lado de la piscina y ser capaz de agarrarse a ellas antes de que la suciedad pesada se la tragase. Ella se hundió hacia adelante, pero por cada pulgada de progreso, ella pagaba con una pulgada de profundidad. Cuando ella estuvo hundida hasta el pecho tuvo que dejar de moverse. El peso de la arena movediza estaba presionando el aire fuera de ella, como un gran peso colocándose en su pecho -- como la rodilla de un gigante presionando sobre ella.

"Lo entiendo, ¿de acuerdo?", exclamó. "Me pongo aquí por estar molesta cuando me quedo dormida. Pero, ¿cómo se supone que voy a cambiar lo que siento? "

La arena movediza le llegaba hasta el cuello. Helena inclinó la cabeza hacia atrás y empujó hasta la barbilla, tratando aumentar su voluntad.

"No puedo hacer esto sola nunca más", dijo al cielo blanco. "Necesito que alguien me ayude."

"¡Helena!" una voz profunda y desconocida la llamó. Era la primera vez que Helena había escuchado otra voz en el mundo terrenal, y la diferencia súbita fue tan drástica que en un primer momento Helena supuso que estaba alucinando . Su rostro estaba inclinado todavía, y no podía moverse para buscar o sería absorbida.

"Llega hasta mí, si puedes" dijo el joven con voz tensa, como si estuviera luchando en el borde del pozo para llegar a ella. "¡Vamos, inténtalo, maldita sea! ¡Dame la mano! "

En ese momento sus oídos se llenaron, y ya no podía escuchar lo que él le gritó. Todo lo que pudo ver fue un destello de oro-una luz brillante que atravesó el silencio, derrotó a la luz de los infiernos, como la vida siendo salvada por la guía de un faro. Ella captó una ligera idea de un mentón anguloso y una boca llena, esculpida en el borde de su visión. A continuación, en la superficie de la arena movediza, Helena sintió cálida y fuerte, una mano tomar la suya y tirar.