Después de eones sin que me dignase a añadir algún fragmento a esta sección y puesto que hace un par de días publiqué la reseña de Corazón de fuego, he pensado que ya que es imposible poner en una reseña quinientos fragmentos porque la entrada quedaría petada, pues qué mejor lugar que poner algunos de los fragmentos que me gustaron del libro en una entrada de la sección de los fragmentos. ¡Espero que os gusten!
Maldito Jack. Pero ¿qué pasa con este tío? ¿Qué tene este tío que a todo el mundo le alucina y también a todos los bichos que se cruzan en su camino? A Ash y a casi todas las demás águilas libres, y ahora a mi hermana y también a mi maldito cuervo. Es que de verdad, si se encontra una piedra en el camino que no quiere pisar, le basta con mirarla un poco con esa cara que pone y la piedra fijo que se aparta.
Pero yo no. Yo no me aparto del camino por nadie. Ni si quiera por él. Sobre todo por él.
Me quedo mirándole el pecho. Es como si no pudiera apartar los ojos de ahí. Cuando lo veí sin camisa antes, en Ciudad Esperanza, solo le veí las cicatrices. Pero ahora veo lo fuerte y delgado que es. Con sus espaldas anchas y los músculos por todo. No tene pelo en pecho; no es como padre y como Lugh. Me queman los dedos de las ganas que teno de tocarlo. Para saber si su piel es tan suave como parece.
- Ten cuidado, Ángel. Cuando te quedas mirándolo a un hombre así, él se pode hacer ideas interesantes.
No me movo.
Él se pone las manos en los botones del pantalón. Levanta una ceja.
- Tenes tres segundos. Luego se bajarán.
Me volvo.
Todavía lo oyo reír cuando ya estoy casi a punto de llegar al campamento.
Me pasa un brazo por la cintura y me acerca a él.
- ¡¿Qué haces, Jack?! Yo...
- Cerra el pico o te tiro-Levanta la cuerda para que nos agarre a los dos por la cintura-. Como decía, tú me salvaste en Ciudad Esperanza. Esa fue tu primera vez. Ahora yo te he salvado de caer a la cascada, y esa es mi primera vez.
- ¡Tú no me has salvado! ¡Me he salvado yo sola!
- ¿Estás quejándote? Estaré encantado de dejarte aquí.
- ¡No! ¡No! ¡No lo haces!
- Bueno, pues entonces, creo que estamos en paz.
- Pues yo no lo creo. La regla de las tres. Es la cosa más idiota que he oyido...
Tira muy fuerte del nudo corredero para ajustarlo. Me cruje la espalda contra su pecho.
- ... en toda mi vida.
- Idiota, ¿eh?-me susurra la oído, y su respiración me hace cosquillas. Tiemblo.
- Espero que tenas algo fuerte al otro lado de esta cuerda.
1 comentario:
Este libro me llama batante, y con fragmentos así, me dan más ganas aún, gracias por ponerlos guapa ^^
besitos<3
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